miércoles, 19 de agosto de 2015

Crítica: Las Huellas Imborrables

“Las huellas imborrables” lleva a la gran pantalla, de la mano del director sueco Per Hanefjord uno de los grandes bestsellers de Camilla Läckberg, su quinta novela, "The Hidden Child" de 2007, guionizada, con prisas, es evidente, por Maria Karlsson y con una prodigiosa fotografía de Marek Wieser y una correctísima banda sonora de Klas Baggström, Magnus Jarlbo, Anders Niska.

Ambientada en su mayor parte en la ciudad sueca de Fjallbacka, la cinta nos resume la novela contándonos la historia de Erica Falcks, autora de éxito que vive una vida feliz junto a Patrick,un fabuloso Richard Ulfsäter, su marido, oficial de policía y su hijo prácticamente recién nacido hasta que sus padres mueren en un trágico y violento accidente de coche dejándola huérfana. Pocos meses después, un hombre extraño llamado Göran se presenta en su casa alegando que es su hermano materno. Erika, que nunca ha oído hablar de él no cree su historia. A los pocos días este hombre aparece asesinado en su hotel y Erika decide buscar entre las cosas de su madre algo que dé consistencia a la increíble historia que el difunto le ha contado. Sorprendida encuentra un diario secreto y una medalla nazi. Entonces Erika comienza a entrevistar a algunos de los viejos amigos de su madre que ella menciona en su diario y mientras continúa con su investigación, la aparición de varios cadáveres asesinados empiezan a acumularse. Pronto Erika empieza a atar cabos y descubrir no sólo una oscura parte de su historia familiar, sino de la de su país durante la Segunda Guerra Mundial. Estos secretos, dejados durante el tiempo como tibias huellas polvorientas, al parecer están mejor ocultos y alguien se encarga de borrarlos al mismo ritmo que nuestra protagonista trata de sacarlos a la luz. 

La tarea de adaptar un libro ajeno al cine siempre es de por sí bastante complicada. En este caso, y pese a gozar de una realización más que satisfactoria, los lectores del estupendo libro pueden llevarse a la decepción, pues muchos pasajes e incluso personajes de la trama se han simplificado para que sea posible hacer una peli de duración media. 

La película tiene ese marcado ritmo lento y pausado de la mayoría de cintas suecas, justificado por completo, pero a la vez desarrolla una intriga, una maraña de terrores y mentiras frenéticas que poco a poco van tomando forma. 

En el reparto encontramos a caras conocidas de su país, como Jakob Oftebro, Richard Ulfsäter, Claudia Galli, Amanda Ooms, Eva Fritjofson, Pamela Cortes Bruna, Lennart Jähkel, Amalia Holm Bjelke y Fanny Klefelt, todos estupendamente dirigidos y en unos roles para nada arquetípicos, si bien la mayoría de sus personajes no están todo lo desarrollados que uno quisiera. Pero la atractiva forma de dirigir de Hanefjord compensa cualquier fallo de guión y el ritmo, la fotografía, la música y el brillante diseño de vestuario de Eva Norén hacen de la cinta casi una película imprescindible de nuestro tiempo y en especial de este 2013. 

El pulso narrativo es constante y firme y basado en los propios personajes de la novela y en su identidad, así como en los verdaderos niños víctimas de la guerra y los desconocidos prácticamente crímenes de noruegos y alemanes en parte de Europa. 

La atmósfera es puramente literaria, gracias en parte al uso de unos apropiados, inteligentes y maravillosos flash backs que nos van llevando de la Suecia y Noruega del XXI al XX y nos hacen partícipes de la investigación de la protagonista que acaba yendo mucho más allá de lo que en un principio parece, sumergiéndonos de lleno en los campos de concentración de Grini en Noruega y Sachsenhausen en Alemania. 

Estos flash backs, en mi opinión brillantes, pese a no ser del gusto de todos, impulsan y refuerzan la estructura narrativa fragmentada a modo de caja china de la cinta y nos hacen comprender la sutileza y fascinación de unos personajes no del todo bien dibujados.¨ 

Lo mejor: Su estructura y ritmo narrativos. El tono frío de la película, así como su estilo y argumento puede recordar en parte a la trilogía “Millennium” de Stieg Larsson y sus adaptaciones al cine, aunque ésta funciona muchísimo mejor sin tener personajes absolutamente imprescindibles como era el de Lisbeth Salander. 

Lo peor: Algunos personajes no acaban de estar más que esbozados, cosa perdonable a la hora de adaptar una novela compleja y extensa. 

“Las huellas imborrables” es una estupenda cinta de intriga que nos sumerge en el terror de una época pasada desde la fría mirada observadora del presente muy a tener en cuenta.


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